La voz que el alma reconoce: ignorarla podría costarte mucho
¿Alguna vez te has encontrado en una situación en donde sientes una necesidad profunda de oír la voz de un ser amado? Quizá de niño al pasar la noche en casa de un amigo, surgió la necesidad de hablar con mamá en la madrugada. O quizá al oír una canción antigua sientes la necesidad de llamarle al abuelo o a la abuela para aprender más sobre sus vidas. A veces la persona con la que queremos hablar ha dejado de vivir, o ya no está en nuestras vidas. Cualquiera que sea la situación, este sentimiento significa que la voz deseada es de alguien a quien amamos y conocemos bien. No sólo eso, si no que sabemos que, al oír esa voz, sentiremos tranquilidad.
Jesús usa ese mismo concepto de una voz familiar que trae sosiego y calma cuando habla de la relación entre el pastor y sus ovejas. Él lo dijo de esta manera: “Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil. Cuando ya ha sacado a todas las que son suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque reconocen su voz.” (Juan 10:3-4)
En muchas zonas rurales, especialmente en Lugo, Ourense o A Coruña interior, todavía es común ver pastores cuidando rebaños de ovejas y cabras. Igual que un pastor gallego conoce cada animal y vela por él, Jesús se presenta como quien conoce a cada persona y vela por su vida.
Él dice, “Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas, y las mías me conocen.” (Juan 10:14) Jesús nos conoce más que cualquier otra persona nos conoce o nos podrá conocer. Él es el único que sabrá dar las palabras de aliento que el alma necesita, aun antes de que el alma sepa que las necesita.
Al establecer, “Yo soy el buen pastor,” Jesús nos asegura de su bondad. Nos dice que él es un Dios bueno con buenos propósitos para nuestras vidas y buenos planes para que en él descansemos. Él sabe lo que vamos a decir aun antes de que se lo digamos, y es por eso que quiere ser la voz a quien acudimos en cada circunstancia.
“Tengo otras ovejas que no son de este redil, y también a ellas debo traer. Así ellas escucharán mi voz, y habrá un sólo rebaño y un sólo pastor.” (Juan 10:16) El beneficio de esa relación de cuidado, protección y guía no es exclusivo para unos pocos. Jesús ha dejado en claro que hay más, muchos más que aún faltan. Si sabes que hay algo en ti que te está impulsando a saber más sobre Dios, no lo ignores, bien puede ser la voz de Jesús atrayéndote hacia él.